Art. Revisión Teórica
TURISMO RURAL: UNA ALTERNATIVA CONFIABLE PARA TURISTAS EN SITUACIÓN DE VULNERABILIDAD SANITARIA.
RURAL TOURISM: A RELIABLE ALTERNATIVE FOR TOURISTS IN A SITUATION OF HEALTH VULNERABILITY
TURISMO RURAL: UMA ALTERNATIVA CONFIÁVEL PARA TURISTAS EM SITUAÇÃO DE VULNERABILIDADE DE SAÚDE
AUTORES
Eliana Carolina Cobeña Macías[1] Email: elycarol_0704@hotmail.com
Universidad Técnica de Manabí – Ecuador
Wendy Stefanía Zambrano Loor[2] Email: westza26@hotmail.com
Universidad Técnica de Manabí – Ecuador
María Annabelle Carrera Bravo[3] Autor de correspondencia annabelle8181@gmail.com
Universidad Técnica de Manabí – Ecuador
Sonia Estefania Christiansen Barberán[4] Email: soniaestefi@gmail.com
Gobierno Autónomo Descentralizado de Manta – Manabí – Ecuador
Recibido: 2/1/2022 Aceptado: 17/02/2022 Publicado: 30/06/2022
RESUMEN
El presente artículo se hizo con el objetivo de discutir y reflexionar en torno a la modalidad del turismo rural como alternativa segura y confiable en tiempos de pandemia del COVID-19, especialmente orientado al segmento conformado por todos aquellos turistas, que independientemente de su procedencia se encuentran en situación de vulnerabilidad sanitaria.
En lo metodológico constituyó un estudio no experimental, bibliográfico y documental de tipo descriptivo explicativo, en el que se abordó la conceptualización del turismo rural y los elementos que lo integran desde la perspectiva o punto de vista de diversos autores especializados en el tema, así como su relación con la población anfitriona y el entorno que sirve de escenario para la realización de actividades turísticas. Dentro de los resultados destaca el rol, que desde el criterio de los autores consultados, juega la sostenibilidad en la recuperación del sector, y la importancia de esta modalidad de turismo como nueva alternativa para reactivar la economía en las localidades o centros poblados asentados en espacios rurales, lo cual, de alguna manera ayudaría a aliviar la situación financiera de las familias que hacen vida en estos espacios geográficos, tomando en cuenta que algunos de ellos también han sentido el impacto de la crisis global que se viene produciendo prácticamente en todos los países del mundo desde los primeros meses del año 2020. Se concluye que la implementación del turismo rural es una opción de recuperación económica frente a las dificultades causadas por la referida pandemia.
PALABRAS CLAVE: turismo rural, vulnerabilidad sanitaria, espacio rural, sostenibilidad, reactivación.
ABSTRACT
This article was made with the aim of discussing and reflecting on the modality of rural tourism as a safe and reliable alternative in times of covid-19 pandemic, especially oriented to the segment made up of all those tourists, who regardless of their origin are in a situation of health vulnerability. Methodologically, it constituted a non-experimental, bibliographic and documentary study of an explanatory descriptive type, in which the conceptualization of rural tourism and the elements that make it up from the perspective or point of view of various authors specialized in the subject were addressed, as well as its relationship with the host population and the environment. which serves as a stage for the realization of tourist activities. Among the results, the role stands out, which from the criteria of the authors consulted, plays sustainability in the recovery of the sector, and the importance of this type of tourism as a new alternative to reactivate the economy in the localities or population centers settled in rural spaces, which, in some way, would help alleviate the financial situation of the families that make life in these geographical spaces, taking into account that some of them have also felt the impact of the global crisis that has been occurring in practically all the countries of the world since the first months of the year 2020. It is concluded that the implementation of rural tourism is an option for economic recovery in the face of the difficulties caused by the aforementioned pandemic.
KEYWORDS: rural tourism, health vulnerability, rural space, sustainability, reactivation.
RESUMO
Este artigo foi elaborado com o objetivo de discutir e refletir sobre a modalidade de turismo rural como alternativa segura e confiável em tempos de pandemia do COVID-19, especialmente voltado ao segmento formado por todos aqueles turistas, que independente de sua origem são em situação de vulnerabilidade sanitária.
Em termos metodológicos, tratou-se de um estudo não experimental, bibliográfico e documental de tipo explicativo descritivo, no qual a conceituação do turismo rural e os elementos que o compõem foram abordados sob a perspectiva ou ponto de vista de diversos autores especializados em o tema, bem como sua relação com a população anfitriã e com o ambiente que serve de cenário para a realização de atividades turísticas. Entre os resultados, o papel que, a partir dos critérios dos autores consultados, a sustentabilidade desempenha na recuperação do setor, e a importância deste tipo de turismo como uma nova alternativa para reativar a economia nas cidades ou núcleos populacionais instalados em espaços que, de alguma forma, ajudaria a aliviar a situação financeira das famílias que vivem nestes espaços geográficos, tendo em conta que algumas delas também sentiram o impacto da crise global que se verifica em praticamente todos os países. primeiros meses do ano de 2020. Conclui-se que a implementação do turismo rural é uma opção de recuperação económica face às dificuldades provocadas pela referida pandemia
PALAVRAS-CHAVE: turismo rural, vulnerabilidade sanitária, espaço rural, sustentabilidade, reativação.
INTRODUCCIÓN
A raíz del confinamiento iniciado a finales del primer trimestre de 2020, como producto de las medidas restrictivas emanadas por los diversos gobiernos locales y nacionales, bajo la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2020); la mayoría de las actividades cotidianas en todos los ámbitos de la vida se vieron afectadas por este problema sanitario de alcance global: La educación, agricultura, ganadería, industria, transporte, comercio, e incluso el turismo como actividad económica.
Este último ha representado desde los últimos 20 años una significativa fuente de ingresos económicos, pero se está viendo seriamente afectado desde marzo de 2020 debido a la crisis sanitaria mundial, por lo cual, toda actividad, incluso en el marco de la investigación, tal como la que ocupa este documento, se encuentra ampliamente justificada, pues se constituye en una contribución para buscar acciones que ayuden a superar la situación de crisis planetaria. Tal situación, según Delgado (2020), se simplifica en tres factores fundamentales como lo son el “sanitario, económico y el de la escala de valores de los individuos e instituciones (p. 370). Es decir, una crisis de gran magnitud que, evidentemente, concentra como pilar la emergencia de salud mundial, pero que permea al resto de los sectores de la sociedad, sin conocer aun cuando culmina.
En torno al mismo tema, otros autores como Díaz y García (2021) exponen que la pandemia, entre sus muchos efectos, ha impactado aspectos económicos de distinta naturaleza, entre ellos, la dinámica del tipo de cambio y su repercusión en la deuda externa de los países, la balanza de pagos y el crecimiento económico; por ello, señan que es recomendable que los gobiernos adopten medidas para contrapesar los desajustes o desequilibrios en términos generales en los distintos sectores de la economía, y a nivel específico, también en el turismo.
Con aquellos antecedentes, Korstanje (2020) piensa que, en el contexto actual, el turismo rural ofrece un escape para el grueso de los turistas citadinos y una oportunidad para las economías locales. Asegura el autor, que en tiempos de crisis como la que ha desatado el COVID-19, se presenta como un destino obligado para muchos turistas, de tal forma que es una alternativa válida en el marco de una nueva normalidad, en la que el encuentro con el otro se encuentra clausurado. De allí lo significativo de este trabajo, que, como punto de reflexión, contribuirá en la toma de decisiones orientadas a la reactivación del sector turístico, en especial, el turismo rural como una alternativa confiable, dada la situación de vulnerabilidad sanitaria consecuencia del COVID-19.
Finalmente, los autores de estas líneas, en términos hipotéticos, asumen que el turismo rural será en el futuro cercano una alternativa confiable para turistas en situación de vulnerabilidad sanitaria, de allí que el objetivo de esta contribución es discutir y reflexionar en torno a dicha modalidad del turismo como alternativa segura y confiable en tiempos de pandemia y postpandemia.
Tipo de investigación Este trabajo se desarrolló bajo el paradigma de la investigación cualitativa, descriptiva y explicativa, a partir de la revisión documental de fuentes disponibles en repositorios institucionales y bases de datos como Google Académico, Latindex, Redalyc, Dialnet y otras.
Para la selección de la bibliografía revisada se tomó en cuenta el criterio fecha de publicación, de tal manera, que se consideraron de carácter prioritario aquellas que están disponibles en la web desde hace poco tiempo, aun cuando en algunos casos, dada la importancia de ciertas obras, se consideraron también para este estudio. Otro criterio que se tomó como relevante fue el nivel de aporte que las publicaciones dan al tema desarrollado, el cual se pudo determinar por la profundidad en los hallazgos y las conclusiones planteadas por los autores.
RESULTADOS
La situación mundial ha caído en una profunda crisis producto de la pandemia que se desarrolla a nivel global, quebrantando incluso, a las economías más desarrolladas del planeta, de allí que Grande (2020) y Delgado (2020), hablan de la “pérdida del poder adquisitivo” (p.196) y “reducción de la capacidad adquisitiva de los consumidores” (p.372), respectivamente. Este contexto puede repercutir de forma directa en la planificación de los servicios turísticos a corto, mediano y largo plazo, por cuanto, no son considerados parte del conglomerado de los productos de consumo básico o prioritario para el tiempo actual.
Comparativamente, se hace imprescindible mirar en otra perspectiva, hacia horizontes inexplorados o poco conocidos, en vía a la reactivación de escenarios relegados por un turismo convencional y en masas, porque estos últimos pudieran mantenerse afectados durante un largo periodo de tiempo como consecuencia de la recesión económica producida por la emergencia sanitaria. De allí el resurgimiento de términos claves como el de “reactivar, repensar, recuperar, restaurar y reposicionar la demanda, la confianza en el viajero, el ranking del turismo y minimizar al máximo los inevitables impactos” (Martínez, 2020, p.228); “inducir en la demanda, (que) se trasladen a nuevas formas de negocio y nuevas estrategias de planificación, ordenación y desarrollo del sector” (Grande, 2020, p.189); y “recuperación de la demanda” (Delgado, 2020, p.372).
Estas categorías, planteadas por los autores citados, reflejan la necesidad de desarrollar alternativas de negocio distintas a las que hasta antes de la pandemia del COVID-19 se venía abordando, al tiempo que se mira en función del cambio de configuración de un turismo convencional a un turismo más alternativo, acorde a la necesidad de resguardo, protección y distanciamiento de las concentraciones masivas, donde la probabilidad de propagación del virus es de alto riego.
Ante lo señalado, surge la idea de replantear el turismo rural como alternativa confiable para turistas en situación de vulnerabilidad sanitaria, donde la viabilidad del caso sea la oportunidad para la reactivación del turismo. Por ello, para Zamorano (2007), es una actividad que pretende ejercer un bajo impacto en los aspectos, tanto naturales como socioculturales, al favorecer el rescate, convivencia y resguardo de lo local a través de experiencias vividas en búsqueda de la recuperación física y psicológica del turista. Así mismo Pérez (2018) agrega que “las actividades recreativas se han constituido en una necesidad social, porque existe una actitud favorable hacia la satisfacción física y psíquica, de disfrutar lugares distintos al lugar de residencia” (p.10). En concordancia con el planteamiento anterior, Ibáñez (2021), comenta que en España, durante la situación de pandemia, se ha visto reflejada la necesidad de recrearse, y esta se manifiesta en la movilidad del turista a espacios rurales, que han utilizado sus atractivos como salida a la expansión de los efectos de la pandemia, como una alternativa a alejarse del encierro pero manteniendo el distanciamiento social requerido y a lugares distintos a los tradicionalmente visitados. En todo caso, durante el estudio, “los resultados confirman la mayor resiliencia de los destinos turísticos rurales durante 2020 y dibujan unas perspectivas positivas para el turismo rural de cara a 2021” (Ibáñez, 2021, s/p).
De acuerdo con el autor, queda claro que existe una fuerza que puede motorizar el turismo post-COVID-19 en un proceso de recuperación del sector y lo constituye el turismo rural, que forma parte de un turismo alternativo y en este caso, determinado sobre la base del comportamiento, la movilidad, el gasto y el alojamiento de los mismos. Al respecto, cabe pensar que esto permitiría un cambio económico a pesar que el turismo convencional continuaría siendo el puntal de la industria; no obstante, los destinos rurales servirían para recuperar y diversificar la economía, al ser visto como una plataforma competitiva del mercado y disponible para los visitantes nacionales e internacionales.
Ahora bien, se hace necesario, en vista de lo que se viene trabajando en párrafos que anteceden, aclarar realmente ¿qué es el Turismo Rural? y ¿qué categorías abarca? Al respecto, el turismo rural, como ya se indicó, es un turismo alternativo que guarda, dependiendo del autor que lo maneje, algunos términos asociados como el de agroturismo o turismo de finca, entre otros; que, en cierto sentido, depende del espacio y forma del cual hace uso. Para Grande (2020), la indefinición del turismo rural es una de las interrogantes que no se ha resuelto y que continúa sin despejarse debido a ideas entrelazadas o por diferenciaciones que no vienen al caso.
Sin embargo y como complemento de lo previamente descrito, se pueden manejar tres tipologías que hacen referencia al espacio rural, según la actividad económica que se realice, así como por las rentas generadas en un espacio determinado, tal como se especifica a continuación:
Si el núcleo es la misma unidad productiva agropecuaria, que organiza y ejecuta las actividades, estamos en presencia del agroturismo; si el núcleo reside en el medio rural y no necesariamente en la unidad agropecuaria, las rentas podrían acumularse en el ámbito rural y estamos frente al turismo rural. Ahora, si la organización y ejecución consiste en que aquel es solo el soporte físico de las actividades, y las rentas se acumulan en el ámbito urbano, estamos ante un tipo de turismo en el espacio rural (Fernández y Ramos, 2000, s/p). De acuerdo con los autores, las dos primeras descripciones señaladas confirman claramente el desarrollo del sector rural y comprenden el término de turismo rural, el cual permite dinamizar la economía de la población de este espacio como una actividad complementaria a las tradicionalmente existentes; cosa contraria a lo que sucede con la última categoría en la que las ganancias permanecen en las ciudades y el progreso rural es negativo.
Adicional a lo expuesto y para referirse al turismo rural o agroturismo, Zulawska (2014) lo describe como un turismo no masivo, en la cual prevalece la conservación medioambiental y el rescate de los valores sociales y culturales más destacados, lo que permite a largo plazo un desarrollo sustentable del sector. Sin embargo, desde esta perspectiva, la tenencia de la tierra restringe, en cierto sentido, a esta modalidad de turismo, cuyo escenario se reduce a fincas, granjas u otras unidades de producción mayormente aprovechadas desde los principios de la agroecología.
En tal sentido, es una actividad íntimamente relacionada con las actividades del campo, y por ende, da significativa importancia a la preservación del espacio, definidos por las características físicas y socio - económicas existentes. Por tal razón Zulawska (2014) hace hincapié en que es un turismo que guarda relación con las condiciones geográficas del espacio, como por ejemplo el relieve, el clima, la vegetación y los cuerpos de agua, o con áreas rurales donde se aprovechan las actividades agrícolas y pecuarias.
Parte de las bondades de esta modalidad de turismo se refleja en la retribución al esfuerzo realizado por el campesino o agricultor anfitrión, principalmente cuando aumenta sus ingresos económicos y su nivel de vida; pero, además, al proporcionar “a la población urbana de recursos limitados y de espacios para el descanso vacacional a la medida de sus recursos financieros… ayuda también en la conservación de la cultura local y del medioambiente” (Zulawska, 2014, p.44). Esta situación, es complementada con la opinión de Biamonte (2014) quien clasifica al Turismo rural como comunitario (TRC), que propicia la sostenibilidad mediante la protección de los recursos naturales y culturales, y en el cual detona la disyuntiva entre la búsqueda del desarrollo económico y social en conjunción con la conservación del ambiente, al que hay que promover. A eso, el autor indica textualmente: “Quizá los antagonismos existentes son propios de un proceso de revaloración de la biodiversidad, del paisaje rural y de la propia cultura campesina” (p.53).
Dicha idea, a modo general podría traer significativos beneficios al sector y se podría aplicar el caso Costa Rica en varios países de Latino América, como parte de la recuperación de la industria turística, a raíz de la caída producto de la emergencia sanitaria mundial, pues el mismo autor indica lo relevante del caso cuando lo lleva al plano económico, social y ambiental, resaltando los siguientes aspectos:
1. Favorece el desarrollo local y el fortalecimiento comunal.
2. Complementa y diversifica los ingresos de las familias campesinas, pescadoras e indígenas.
3. Desarrolla capacidad empresarial local.
4. Contribuye a frenar la migración rural y la venta de tierras.
5. Ayuda a valorar y preservar la cultura local.
6. Contribuye a la activa participación de las mujeres.
7. Promueve la conservación de la naturaleza y el desarrollo de reservas comunales.
8. Permite a la familia campesina aprovechar los recursos naturales de manera sostenible (Biamonte, 2014, p.55).
Estos beneficios se logran con la implementación del Turismo Rural, por cuanto es una actividad económica con ventajas significativas, mucho más si se ve implícito el resguardo de las condiciones sociales, económicas, ambientales y culturales del destino. No obstante, también pudiese traer consecuencias negativas para las comunidades rurales, sino es controlada, pues la masificación del sector trasferiría grandes desigualdades, pérdida del patrimonio cultural y de las condiciones físico - naturales sobre los que se cimienta la industria turística en ese espacio. Por tal razón se cree necesario incorporar el planteamiento de Aguirre y Morán (2014) cuando hacen referencia a la importancia del turismo como factor de desarrollo geográfico que impulsa el ámbito rural, con indicadores de calidad, en la medida que este evoluciona de manera gradual.
En relación a lo anterior, esa renovación no resulta fácil, abarca una serie de elementos administrativos, logísticos, laborales y financieros, los cuales hay que abordar para poder garantizar un buen servicio al visitante, ya que el equilibrio económico a nivel mundial se ha visto afectado severamente por la pandemia. Sin embargo, apegándose a las declaraciones de Hiernaux-Nicolas (2021) se hace necesario resaltar las condiciones locales y su resguardo ante el deterioro que trae consigo la masificación del turismo en detrimento de las características del paisaje geográfico, entre ellos la pérdida de la identidad socio – cultural, aunado al peligro sanitario que corren los habitantes del destino y los mismos empleados que prestan el servicio turístico; por ello, se retoma la idea del autor en el siguiente párrafo:
En esta necesaria fase de renovación o quizás de refundación del turismo, también se antoja imprescindible poner el acento en el turismo nacional hacia un redescubrimiento de las identidades locales, de sus valores y riquezas e impulsar un turismo de pequeña escala, solidario, justo/equitativo y respetuoso de personas, sitios e identidades, articulado con ciclos cortos de desplazamiento de los turistas, de abasto y de espacio integrado a las actividades: en este sentido, la reconquista del tiempo por medio de un turismo lento, slow tourism, centrando el turismo sobre espacios reducidos, permitiría avanzar en la línea de un turismo solidario con su territorio de inserción, que no puede ser otro que un espacio micro-regional (Hiernaux-Nicolas, 2020, p.243).
Esta es parte de la idea de reestructuración del turismo como escenario rural, equilibrado, sostenible y sustentable, así como el autor en cuestión y muchos otros lo hacen ver, pues multiplicidad de casos y estudios locales afirman esa tendencia. Uno de esos argumentos lo tiene Fernández y Dziencielsky (2021) en su estudio sobre las oportunidades del turismo en Argentina. En este caso, el autor resalta en una frase célebre: “La proximidad afecta la lógica del culto a la velocidad y golpea en la línea de flotación del turismo globalizado” (p.280). Es un llamado que hacen los autores al sosiego, a practicar un turismo en los alrededores de las ciudades de donde se proviene y a revalorizar ese entorno en conjunto con las culturas locales, haciendo un turismo más sostenible como el rural, también denominado por él, campesino, o de base comunitaria.
Reafirmando lo presentado, es pertinente resaltar que el simbolismo que se genera en torno a la globalidad del planeta y todo lo que ello implica, como la rapidez de la comunicación, del transporte, de los mercados y de la vida en sí del ser humano, muchas veces no compatibles con los deseos de sostenibilidad en el campesino, especialmente en aquellas área rurales no tecnificadas, que en gran parte, se ubican en algunos países de América Latina, con condiciones de fragilidad ambiental y rasgos culturales, históricos y sociales que ameritan respeto para su preservación y resguardo.
Para Pérez (2018) existe una preocupación general por el impacto que produce el ser humano sobre el medio, el cual requiere de cierta imposición de límites necesarios para que el desarrollo rural sea armónico y sostenible en el tiempo. Por eso, el turismo debe ir asociado a políticas gubernamentales que guíen y orienten los planes y proyectos de reactivación, conforme a las necesidades de garantía ambiental y requerimientos socio – culturales; pues esta actividad contribuye, en determinados casos, a contaminar y degradar espacios naturales, influenciado por la cultura del visitante y a su vez, por el crecimiento indiscriminado de la movilidad generada por la masificación del mismo; es decir, un turista que probablemente no regresará al destino después de haber contribuido a su destrucción.
Por lo tanto, no es posible considerar oportuno y pertinente al desarrollo del turismo masivo en paisajes vulnerables, con suelos fácilmente deleznables y propensos a procesos erosivos, con fauna y flora endémica o en situación de riesgo al ser saqueados y destruidos sus hábitats.
En otros casos, son pueblos o comunidades habitadas por grupos aborígenes o población local con significativos rasgos folklóricos, artísticos, gastronómicos, arquitectónicos, paleontológicos y un sin fin de atributos que los identifica y que hay que preservar de la indolencia, del bullicio de la ciudad, de su gente un tanto apática por la herencia cultural; lo que requiere buscar un equilibrio armónico entre el turista y el anfitrión. Este último, pudiese ser un anfitrión de excelencia, pero a una escala moderada y tolerable por su gente y por las condiciones que impone el espacio.
Ante todo ello, Pérez (2018) hace referencia a la Carta para el Turismo Sostenible, en la que resalta que los “criterios de sostenibilidad” deben estar centrados en ser “soportable ecológicamente a largo plazo, viable económicamente y equitativo para las comunidades locales” (p.13).
Así pues, ¿pensar en todos estos escenarios, su preservación y sostenibilidad sería la respuesta a muchas de estas interrogantes? Pues pareciera ser así. El turismo rural, pudiera ser una alternativa viable al momento de un emprendimiento, por una parte, para satisfacer necesidades de alojamiento, alimentación, distracción y descanso, y por la otra, una oportunidad para conocer el acervo histórico cultural de los pueblos y amortiguar los efectos que sobre la población ha causado el confinamiento sanitario actual.
De allí proviene un turismo que rescate, que no altere las tipologías locales, con un turista que conviva e interactúe con sus habitantes, y un nativo que haga huésped a sus visitantes. En este momento es cuando entra en juego el hecho de que tal actividad puede estar asociada a varias acepciones, como un turismo alternativo, local, cercano, sostenible, campesino, de base comunitaria, agroturístico, entre otros. No obstante, el turismo así concebido, tiene un punto clave a resaltar y consiste en la no sustitución o suplantación de las actividades locales tradicionales; por supuesto, lo que se pretende y sugiere es complementar las ya existentes.
En concordancia con ello, Pérez (2018) admite que el turismo es una especie de impulso necesario para el desarrollo de áreas deprimidas, a modo de mecanismo que se adapte a los ya existentes en la localidad, y que sea complementario a una economía netamente tradicional, como generalmente es en el medio rural.
Los argumentos que anteceden confirman esta situación, la cual es respaldada por Rodil (2014), al comentar que el turismo concebido como rural contribuye con la economía de las familias campesinas, que tiene como fuente de ingreso principal la actividad agropecuaria, al complementarla y dar un aporte social a quienes lo implementan. Aunado a lo expuesto por el autor, vale complementar la idea de Pérez (2001, citado por: Rodil, 2014), en la que define lo rural dentro del parámetro que se viene trabajando como escenario posible para la ejecución del turismo rural y que a continuación se presenta:
Lo rural trasciende lo agropecuario, y mantiene nexos fuertes de intercambio con lo urbano, en la provisión no sólo de alimentos sino también de gran cantidad de bienes y servicios, entre los que vale la pena destacar la oferta y cuidado de recursos naturales, los espacios para el descanso, y los aportes al mantenimiento y desarrollo de la cultura (p. 28).
Lo descrito es un aporte valedero para el sector turístico, sin embargo, Rodil (2014) sostiene que se debe ser cauteloso al manejar un discurso amplio que pudiera exceder los límites de lo que se espera de lo natural y cultural en las áreas rurales, y lo que estas serían capaces de soportar. Él hace énfasis sobre la base del criterio de otros autores que afirman que el desarrollo del medio rural conlleva a la mejora de las condiciones de la vida rural, lo cual es válido hasta cierto punto, es decir, hasta donde las prácticas del turismo no alteren las condiciones de fragilidad o riqueza del espacio geográfico donde se asienta el destino.
Muchos de los autores que Rodil (2014) analiza en su estudio, también hablan de procurar la conservación de los recursos naturales y culturales del medio rural, todos necesarios para el aprovechamiento turístico; de tal manera que ese escenario contradictorio vuelve a surgir cuando se piensa en el aumento de la productividad la incorporación de tecnología en el campo, como el empleo de maquinaria pesada en procesos de producción agrícola, o en el caso del turismo convencional, con construcción de grades hoteles y restaurantes, que a la larga pondrían en riesgo, por ejemplo, los ecosistemas y los recursos naturales, principalmente suelo, agua, fauna y vegetación.
La situación es inversa cuando se piensa primero en el valor de estos espacios sin alteración humana o con un mínimo de intervención, cuando se valora el respeto a lo ajeno, la conservación de los bosques, los recursos hídricos, la preservación de especies, y obviamente, el reconocimiento de las tradiciones y creencias locales. Al respecto, para Molina, Sinchi y Baquero (2020), los factores naturales y culturales son claves como categoría de análisis en el espacio rural y el turismo. Es así que, el paisaje turístico rural se considera como de alto significado local, particularmente por las características que lo identifican y que a su vez sirven incentivos para el turista al momento de buscar un espacio para la recreación.
Sobre la base de lo expuesto, no queda duda que el turismo rural aporta ingresos económicos, genera empleos activos, complementa la parte financiera de las familias campesinas, sobre todo en tiempo de labranza y descanso de la tierra. Por tal razón, el desarrollo turístico es conveniente y justificado cuando se hace necesario un aporte adicional en ingresos para la población local, siempre y cuando se haga respetando la naturaleza y los principios de sostenibilidad, aun considerando la complejidad de implicaciones que representa la preservación de medio natural.
En el mismo orden de ideas, otros autores como Plaza (2013), le da al turismo rural otra connotación, es decir, no la ve como actividad complementaria; por ello, habla de una “nueva ruralidad” en la que las actividades se enfoquen más al turismo rural y menos a lo agrario. En síntesis, el autor se refiere a la suplantación de actividades tradicionales por actividades más rentables, donde el rescate del patrimonio cultural y natural siempre esté presente. Esta es otra manera de apreciar la ruralidad e incrementar los ingresos familiares locales; sin embargo y a diferencia de Plaza (2013), se piensa que no hay la necesidad de reemplazar el trabajo del campo, por el contrario, se apoya la conjunción de ambos a partir de nuevas actividades económicas generadoras de riqueza en el marco del turismo rural.
Por otro lado, no basta cumplir con estas particularidades. Ya fue señalado el uso de la inmediación o de lo cercano como alternativa viable para el turismo rural, así lo describen Molina, Mañay, Mamarandi y Villagrán (2021), al enfatizar que “una de las tendencias en la actualidad es ir a las zonas rurales cercanas al lugar de residencia, de aquí parte el denominado turismo de proximidad” (p.36) como opción de respuesta a la situación pandémica actual. Los precitados autores agregan que la principal motivación para la movilización del turista tiene que ver con la necesidad de distraerse en tiempos de pandemia, lo que lo obliga a alejarse de sus ciudades de residencia permanente, acudiendo a sitios de poca concentración de personas; es decir, en búsqueda de “actividades de naturaleza como: aventura, aviturismo, deportes y ecoturismo” (Molina, Mañay, Mamarandi y Villagrán, 2021, p.48).
En concordancia, Hernández y Amerena (2020), a través de la Secretaría de Turismo del Gobierno de México abordan algunas de las preferencias turísticas postCOVID-19. Destacan los espacios rurales en los que hay poca aglomeración de individuos, a los que puedan llegar a través de vehículos propios y a distancias relativamente cortas, no más de tres horas de recorrido desde su lugar de origen. Todo esto con el debido resguardo sanitario que los prestadores de servicio turístico puedan ofrecer al momento que el visitante acceda a las instalaciones, centros recreacionales, restaurantes entre otros.
Lo anterior es reiterativo en diversos países del mundo debido a la necesidad de protección sanitaria debido a la pandemia, misma que ha causado un confinamiento mundial sin precedentes y en consecuencia, la paralización y aislamiento de gran parte de las actividades turísticas y recreativas a las que se estaba acostumbrado a llevar a cabo. Por esta disyuntiva, se indagan nuevas formas de entrar en el mercado y ser productivo sin descuidar la salud, permitiendo progresivamente integrarse a la vida cotidiana, con cambios sustanciales en la forma de ver y actuar.
En retrospectiva, el turismo rural forma parte de esas actividades, que con el debido control sanitario, el respeto al distanciamiento social, la protección a través del uso de implementos de bioseguridad, es la salida a una parte de la crisis económica existente. Por eso, es una actividad que tiene que ser reestructurada, repensada, planificada, organizada, ejecutada y evaluada, pero que, evidentemente, sumaría elementos para la reactivación paulatina del turismo como generador de empleos. Para Anguaya y Díaz (2021), esta coyuntura simboliza la generación de ingresos y desarrollo que necesitan las comunidades rurales, al aprovechar los atractivos naturales y culturales de la localidad para mostrarlos a los visitantes y así aportar en la mejora de su propia calidad de vida.
Claro y conciso está este planteamiento, sobre el cual se fundamenta la necesidad de un cambio de mentalidad tanto en el turista como en el anfitrión, pero, además en la renovación de las estructuras públicas y privadas que apuntalan al turismo desde su forma de actuar, planificar, ejecutar y evaluar lo concerniente a esta industria. Por eso, en el Informe de políticas: La COVID-19 y la transformación del turismo, se recalca que:
Para las mujeres, las comunidades rurales, los pueblos indígenas y muchas otras poblaciones históricamente marginadas, el turismo ha sido un vehículo de integración, empoderamiento y generación de ingresos. Ha permitido la prestación de servicios en lugares remotos, ha apoyado el crecimiento económico de las zonas rurales, ha facilitado el acceso a la capacitación y el empleo, y a menudo ha transformado el valor que las comunidades y sociedades atribuyen a su patrimonio cultural y natural (Naciones Unidas, 2020, p.3). Latinoamérica, al igual que el resto del mundo, está en un proceso de reconstrucción de sus organizaciones turísticas, de allí que el país que no se encamine en ese rumbo quedará rezagado económica y socialmente; pero esa transformación es también mental y física, es momento de afianzar los valores de conservación y rescate de la conciencia social y el bienestar común.
Para cerrar, no está de más volver a citar el documento de las Naciones Unidas denominado “Informe de políticas: La COVID-19 y la transformación del turismo”, publicado en agosto de 2020, en el que deja sentadas las bases para la reconstrucción de dicho sector a partir de importantes lineamientos para que las poblaciones rurales, que han sido menospreciadas, puedan salir de la crisis que están viviendo, y puedan colaborar, a su vez, con el resurgimiento y fortalecimiento de la industria turística aprovechando sus fortalezas desde su acervo histórico - cultural, y natural. Al respecto, las Naciones Unidades declaran que:
Si bien debe ser prioritario mantener los medios de subsistencia que dependen del turismo, la reconstrucción del sector ofrece también una oportunidad de transformarlo prestando especial atención a aprovechar los efectos que ejerce en los destinos visitados y a crear comunidades y empresas más resilientes mediante la innovación, la digitalización, la sostenibilidad y las alianzas (Naciones Unidas, 2020, p.2).
Sobre la base de los últimos planteamientos citados (innovación, digitalización, sostenibilidad y alianzas), vale decir, que son elementos claves para fortalecer el desarrollo del turismo rural como alternativa confiable para turistas en situación de vulnerabilidad sanitaria; pero también, funcionan como estrategia de superación capaz de contribuir a la sostenibilidad financiera y ambiental de la población y los espacios rurales.
DISCUSIÓN
Las condiciones en las que se ha desarrollado esta situación pandémica desde marzo de 2020 ha traído como consecuencia mucha incertidumbre y ha generado un desequilibrio en todos los sectores, como el económico, social y cultural. El turismo en sus diferentes modalidades no ha quedado exento de esta realidad.
La vulnerabilidad sanitaria obligó a los asiduos viajeros a permanecer en sus hogares, pues las líneas aéreas suspendieron los vuelos nacionales e internacionales por varios meses y los hoteles se vieron afectados por la ausencia de turistas. Ante ello, ha resultado atractivo el turismo rural, por lo cual, en casi todos los países del mundo los planes de desarrollo incorporan acciones para dar sostenibilidad al turismo a través de actividades en los campos o comunidades poco pobladas, especialmente porque reúnen las condiciones para ofrecer mayor seguridad a los turistas. Si este deseo se materializa, no queda duda que el turismo comunitario alcanzará en relativamente poco tiempo el nivel de desarrollo esperado desde hace un buen tiempo.
Ante el escenario pandémico una gran cantidad de empresas han tenido que cerrar sus puertas por no contar con recursos económicos para el pago de sueldos y salarios, mientras tanto, los hospitales aún continúan atendiendo pacientes por la persistencia del Covid-19, y los ingresos familiares se han visto mermados como nunca antes. Esta situación difícil que vive el sistema de empresas del sector turismo ha obligado una reorientación e impulso progresivo hacia el desarrollo del turismo rural, pues hasta ahora, está demostrando que es una alternativa confiable para turistas en situación de vulnerabilidad sanitaria.
CONCLUSIONES
El artículo realizado pretendió reflexionar acerca de la importancia del turismo rural como alternativa confiable para que los turistas deseosos de disfrutar unos días de descanso y distracción lo puedan hacer, a pesar de la situación de vulnerabilidad sanitaria que se vive en la actualidad, producto de la pandemia causada por el COVID-19. A raíz de esta situación pandémica se han buscado nuevas alternativas financieras y otras formas de ver el mundo ante la crisis y diversificar la economía en sus diferentes sectores. De allí surge la idea de reactivación del turismo rural como alternativa viable para el rescate de la industria debido a que permitiría iniciar, paulatinamente, las labores en el área rural donde existe poca concentración poblacional, escenario ideal para que los turistas mantengan mayor resguardo sanitario, siempre bajo las normas de bioseguridad establecidas por los organismos competentes en la materia.
A su vez, esta reactivación permitiría ingresos complementarios a los ya existentes para la población rural, urgente en estos momentos para cubrir sus gastos diarios, tener mejores condiciones de vida e invertir en mejorar sus propiedades.
Un punto clave es que para que exista un buen turismo rural, se hace indispensable haber realizado un inventario de los recursos naturales, culturales y de infraestructura; por tal motivo, la planificación, organización, ejecución y evaluación continua de los proyectos son obligatorios. De esta forma se garantizaría el éxito del emprendimiento y el resguardo de los recueros naturales y culturales de la localidad y la región.
A pesar de las diferencias de criterios en cuanto a la conceptualización del turismo rural, queda en evidencia que las diversas acepciones se asocian o guardan relación, pues principalmente, todas lo ven como una actividad cuyo fin de servir al visitante en la distracción, descanso y recreación.
Hay que hacer notar que el turismo rural permite el desarrollo de los pueblos, siempre y cuando exista respeto por las condiciones geográficas y socio – culturales del sector; de lo contrario podría traer consecuencias devastadoras y destrucción de los hábitats. De ello depende la conservación y permanencia en el tiempo de los recursos naturales y de las tradiciones ancestrales.
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[3] María Annabelle Carrera-Bravo annabelle8181@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-7044-2766 Docente Universidad Técnica de Manabí
[4] Sonia Christiansen-Barberán soniaestefi@gmail.com Master en Turismo Sostenible /Analista de estudios y proyectos GAD Manta, código Orcid https://orcid.org/0000-0002-4474-2095